En México, gran parte de las ciudades
ya no tienen para dónde crecer. No hay terrenos suficientes para satisfacer la
demanda de particulares. Además, hay fuertes deficiencias en la calidad de los
servicios que requiere la población demandante. De acuerdo a como actualmente
se aplica el concepto de desarrollo urbano, cada vez es menos posible
consolidar alguna infraestructura que resuelva, así fuera en parte, la
problemática de la expansión de las ciudades de formato horizontal. El
crecimiento de la demanda de suelos, servicios y vivienda, es exponencial. Por
ello la urgente necesidad de reorientar las políticas públicas en el tema del
desarrollo urbano, hacia otras formas que vayan más acorde con la realidad
actual. El desarrollo urbano está agotado, las ciudades enfrentan serias
dificultades para seguir creciendo hacia los lados, de forma horizontal.
Hace cien años había la idea de que
los recursos naturales eran inagotables. Actualmente se ha podido constatar que
no es así. La realidad se está presentando con tintes altamente preocupantes.
La capacidad del planeta para absorber todos los residuos se está agotando
rápidamente, el tiempo para padecerlo se aproxima a grandes pasos.
El concepto “modernidad” en
cuestiones urbanísticas es ya un concepto improductivo, con el tiempo ha dado
un brusco viraje hacia el desarrollismo y el expansionismo. Esa es la razón por
la que gran parte de los problemas de las ciudades no los puede resolver el
urbanismo. La problemática tenderá a crecer si consideramos que, de acuerdo a
las estimaciones, en el corto plazo el 75% de los mexicanos vivirá en las
ciudades, y por lo tanto, el impacto a esta parte del planeta será mayor.
La problemática del desarrollo urbano
no es privativa de México, gran parte del mundo padece las consecuencias. Al planeta lo estamos consumiendo sin
orden ni proyecto. Está sufriendo un crecimiento sin fin. Se está edificando y
urbanizando sin el menor respeto, sin consideración alguna sobre las
consecuencias.
El urbanismo sin control ha provocado
fuertes problemas sociales como el del alojamiento, la sanidad, el transporte y
el equipamiento público, entre otros. Lejos de mejorar, las condiciones de vida
han empeorado. El panorama que actualmente presenta el desarrollismo es
incierto, complejo y caótico.
Por otra parte, el actual modelo está
contribuyendo preocupantemente al deterioro del ecosistema planetario. Sus
efectos están a la vista: el cambio climático, la extinción de todo tipo de especies,
el agujeramiento de la capa de ozono, la desertificación, la pérdida de la
biodiversidad. A manera de ejemplificar, baste recordar las pasadas
inundaciones en el estado de Guerrero. La tormenta “Manuel” dejó al descubierto
las fallas en la planeación urbana. Unidades habitacionales completas sufrieron
los estragos del meteoro por desacato a los reglamentos correspondientes. Se
autorizaron construcciones en zonas de alto riesgo. Este tema no es privativo
de un lugar, lamentablemente ocurre en gran parte de las ciudades de México.
El urbanismo del siglo XX cumplió su
propósito, fue pensado para orientar, controlar, intervenir y dirigir el crecimiento;
ahora hay que pensar en otro modelo.
De acuerdo a especialistas del tema,
una de las soluciones con mayor viabilidad es el urbanismo sostenible o
estacionario, considerado también como ecológico. Entre los principales motivos
que lo impulsan se encuentran los recursos como el suelo, considerado como el
primero de ellos. Su consumo no debe aumentar. Tampoco el agua, la energía, el
transporte. Es de amplio conocimiento que consumimos más agua de la que la
naturaleza en su proceso cíclico nos puede suministrar. Uno de los criterios
que impulsarían su desarrollo es que se requieren espacios dónde vivir, no
espacios para intentar sobrevivir. Si la sociedad está cambiando, también debe
cambiar el espacio urbanizado.
El urbanismo sostenible se sustenta
en la idea de aprovechar los terrenos baldíos que existan, o las construcciones
no funcionales susceptibles de transformarse en construcciones verticales,
aprovechando la infraestructura existente.
Éste prototipo de urbanismo tiene
como mira impulsar ciudades más compactas, con mayor densidad de población y
actividad económica, en menos espacio, con la particularidad de impedir el
crecimiento de las manchas urbanas hacia zonas impropias o de alto riesgo. Al
adoptar éste sistema, tendrá que considerarse también la mejora de la movilidad
de las ciudades, mediante sistemas de transporte urbano masivo que transporten
a más gente en menores distancias, con el consiguiente ahorro de combustible.
En algunos países el problema urbano
forma parte de la agenda de prioridades de los gobiernos. Quienes se dedican al
estudio del crecimiento de las ciudades, consideran que si no se hace algo
pronto podría haber, en el mediano plazo, un colapso de consecuencias
inimaginables.
La urbanización sin freno ni control
equivale a la ocupación de un territorio, es el consumo sin límites.
En México, ésta problemática está en
niveles realmente preocupantes. Por ello, el gobierno mexicano debe adoptar
medidas urgentes para transitar, en breve plazo, al desarrollo de modelos de vivienda
vertical, con riguroso cumplimiento de los requisitos exigibles para el
otorgamiento a particulares de licencias de construcción.
Para emprender exitosamente la
ejecución de ésta modalidad, habrá que promover reformas a la legislación en
materia de planeación urbana, uso eficiente el suelo y zonificación. Prioritariamente
tendrá que considerarse mejorar la movilidad de las ciudades mediante sistemas
de transporte urbano masivo, congruentes con el desarrollo sustentable,
aprovechando las tecnologías para optimizar el desplazamiento de las personas.
El esquema del transporte público
masivo, deberá complementarse con diversas medidas de transporte peatonal, la
utilización de bicicletas y motocicletas (biciclos o triciclos) y una
racionalización consiente del uso del automóvil. El uso de las motocicletas se
recomendaría solo para aquellas ciudades cuya topografía irregular dificulte el
uso de la bicicleta.
El nuevo modelo de desarrollo urbano
y de ordenamiento del territorio, debe estar dirigido prioritariamente a elevar
la calidad de vida de las familias y a detonar la productividad potencial, por
medio de la configuración de ciudades más compactas, densas, habitables y
competitivas; con opciones de vivienda correctamente localizadas que permitan
acceder en distancias cortas a una diversidad de bienes y servicios adecuados a
los ingresos de la población, con más y mejores espacios públicos y con
soluciones integrales de movilidad que den prioridad al ciudadano, al uso de
los medios de transporte eficiente y al medio ambiente.
La experiencia vivida en países de
Europa, apunta que las ciudades más densas son más productivas y competitivas,
pues son más eficientes gracias a la combinación de usos del suelo compatible,
así como a la reducción de tiempos y costos de transporte de personas y bienes.
La ciudad compacta contribuye de manera significativa a atemperar el cambio
climático y la significativa reducción de los gases que provocan el efecto
invernadero, toda vez que desincentiva el uso irracional del automóvil, en
virtud que acorta los recorridos y privilegia el transporte no motorizado.
En su oportunidad habrá que contemplar
el diseño de instrumentos normativos, fiscales y administrativos, que estimulen
el uso del suelo disponible al interior de las ciudades y frenen la
especulación del suelo y la expansión hacia las zonas periféricas. Incluso,
podría aplicarse una tasa del impuesto predial que aumente progresivamente
mientras los predios permanezcan ociosos.
Con un modelo de ciudad como el que
se describe, además del beneficio directo por la operatividad de una ciudad con
éstas características, del mismo modo contribuye al fortalecimiento del tejido
social y a la prevención del delito, mediante el rescate de espacios públicos
urbanos próximos a corredores de transporte masivo, centros históricos, así
como aquellos que presenten condiciones de deterioro, abandono o inseguridad y
que sean utilizados eventualmente por sectores sociales en situación de riesgo.
En los Estados Unidos de Norteamérica,
el crecimiento de las ciudades se da de manera horizontal. Se le otorgan
espacios suficientes a los parques, jardines, andadores para el tránsito de
personas y espacios recreativos. En éste país, las ciudades tienden a unirse
entre sí. En cambio, en Europa, la construcción y el aprovechamiento de los
espacios públicos es diferente a América. Por la escasez del espacio territorial,
las ciudades crecen preferentemente hacia arriba. En España, por ejemplo, se
puede apreciar el modelo de ciudad densa y sustentable.
En México aparece una luz al final
del túnel. A principios del pasado año, el Presidente de la República,
licenciado Enrique Peña Nieto, anunció las directrices para el delineamiento de
las políticas en materia urbana y de vivienda, e instruyó a la Secretaría de
Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) a suscribir convenios de
coordinación con los gobiernos estatales y las autoridades municipales de, al
menos, las 60 ciudades con mayor peso y crecimiento poblacional.
Dichos instrumentos legales contienen
los lineamientos a los cuales habrán de sujetarse los firmantes, cuyo
cumplimiento consentiría transitar hacia un modelo de desarrollo urbano
sustentable e inteligente, para evitar el crecimiento desordenado de las
ciudades y la expansión descontrolada de las manchas urbanas. También obliga a
la coordinación institucional entre las partes involucradas y facilita la
articulación de las acciones entre las diferentes dependencias del gobierno y
entre los tres niveles de gobierno. Optimiza los esfuerzos y los recursos de
todo orden de gobierno, y permite que los resultados puedan ser medibles y
cuantificables.
El Gobierno federal se propone apoyar
e incentivar, en coordinación con los gobiernos locales, la recuperación y
conservación de los centros históricos, sitios y áreas arqueológicas, pueblos
mágicos, espacios públicos de convivencia ciudadana, paisaje urbano tradicional
de las ciudades y, en general, el patrimonio arquitectónico y urbanístico de
los centros de población y de las localidades rurales. Prioriza la movilidad no
motorizada como la caminata y el uso de la bicicleta, y genera un mayor sentido
de identidad y pertenencia ciudadana. El gobierno de Peña Nieto ha declarado
que considerará importante promover la regularización de predios, ya que
considera que la certeza jurídica de la propiedad permite impulsar los mercados
secundarios de tierra y vivienda, además de abrir las puertas de la formalidad
a sus propietarios.
En ese sentido, el mandatario propone
impulsar una política de Estado que impida los asentamientos en zonas de
riesgo, pero que propicie la reubicación de la población en condiciones de alta
vulnerabilidad. Pretende fortalecer la cultura de la prevención y de la autoprotección.
Los convenios con los Ayuntamientos de
al menos 60 ciudades con las características descritas, son con el propósito de
promover un desarrollo urbano compacto y sustentable, y para Incorporar una
política municipal de suelos que estimule el establecimiento de reservas
territoriales para reducir la especulación, permitir la consolidación de la
ciudad en sus vacios urbanos, planear el desarrollo urbano futuro y articular
una estrategia municipal de conservación ecológica, entre otras varias.
Dada la magnitud y prioridad de éste
asunto, El gobierno federal debe considerar la creación de una Secretaría, la
cual tendría la responsabilidad de enfrentar y resolver la problemática del
desarrollo urbano, con políticas viables y efectivas. El caso lo amerita.
Si a
mediano plazo no se adoptan urgentes medidas de emergencia, enfrentaremos el
colapso ecológico planetario más terrible de la historia de la humanidad y, por
consiguiente: inestabilidad social con hambrunas generalizadas y,
eventualmente, el desplome de la civilización moderna.